El día de hoy, Sheryl Connelly, gerente de tendencias globales de Ford, responsable de identificar y seguir las tendencias que darán forma al valor, las actitudes y las creencias de los consumidores en el futuro presentó algunos de los puntos más destacados en cuanto a las tendencias a futuro para la empresa.
Durante su presentación explicó que predecir el futuro en un mundo en constante cambio no es siempre fácil, pero para Ford, es un aspecto vital para su planificación y es por ello que debemos de entender nuestro entorno para de ahí poder predecir el futuro de cualquier compañía.
“Sin importar cuánta experiencia o información se tenga, nadie puede predecir el futuro. Técnicamente, mi título oficial es gerente de tendencias globales, pero mi papel es usar las tendencias para ofrecer una visión sobre lo que los consumidores pueden querer en los próximos años y analizar los cambios de la población. El hacer suposiciones sobre el futuro es necesario para conducir un negocio, particularmente en compañías como Ford, que tienen plazos extremadamente largos en términos de inversión y desarrollo de productos”, comentó Connelly.
Además, explicó que Ford analiza más de 200 tendencias de los consumidores a nivel global que se clasifican en cinco aspectos generales: 1) sociales, 2) tecnológicas 3) relacionadas con la economía 4) las relacionadas con el medio ambiente 5) políticas.
En este sentido y analizando a detalle algunas de las más relevantes a nivel global inició la plática con el análisis de las tendencias de crecimiento de población global. Al respecto señaló que casi todo el crecimiento futuro de la población mundial tendrá lugar en las regiones menos desarrolladas. De las 76 millones de personas aproximadamente que se añaden al mundo cada año, el mayor incremento estará enfocado en tan sólo 2 países: India (22%) y China (11%). Asimismo, señaló que la mayor parte del crecimiento proyectado de la población mundial en las próximas décadas, será en las zonas urbanas; durante las próximas tres décadas se espera que nazcan en estas regiones megaciudades con poblaciones de 10 millones de habitantes o más. Hoy en día hay 19 megaciudades, y para el año 2015 se espera que el número se incremente por cuatro (todas en Asia).
Por otra parte habló también de la tendencia al envejecimiento de la población, que será aún más crítico durante el siglo XXI. A mediados de siglo, se prevé que la proporción de “65 años o mayores” en el mundo se duplicará, pasando de 7% a 16%. En muchos países, como Italia, Japón y España, una de cada tres personas se cree que tendrá 65 años o más. El envejecimiento de la población plantea serios interrogantes y preocupaciones acerca de la viabilidad financiera de los sistemas de pensiones y salud para los ancianos; además de la necesidad de adaptar los espacios y productos a las necesidades de personas que con la edad tienen capacidades auditivas, visuales y de movimiento limitadas.
En términos de tendencias de consumo habló que cómo en una época de post-crisis económica, la era del exceso ha llegado a su fin y el sentido del “status” ya no está tan relacionado con la acumulación de bienes ni el consumo de marcas, sino con la capacidad de poseer “acceso”, información y conocimiento. Hay una serie de indicadores que sugieren que no es probable que veamos un retorno de la “compra compulsiva” característica de fines de los 90 y principios de los años 2000. Los altibajos de la economía han causado que la definición de lujo evolucione con el tiempo. Así, los consumidores de los mercados maduros, se sentirán cada vez más atraídos por las experiencias, en lugar de por los bienes materiales fijos. Las experiencias – como ser consentido en un spa, disfrutar viajes exóticos y participar en deportes extremos – se están convirtiendo en el nuevo lujo. El status se logra a través de las historias ricas en contenido, compartidas posteriormente.
Así, empresas como Ford están adecuando su oferta para acercarse más a estas necesidades de los usuarios. En este sentido habló de la “adicción a la información” que es la necesidad de los consumidores a estar conectados constantemente recibiendo nueva información. Por ello, elementos como en SYNC o My Ford Touch representan adecuaciones a un automóvil que permiten a los usuarios estar permanentemente comunicados mientras utilizan sus autos, sin sacrificara la seguridad, ya que el sistema funciona con comandos de voz por lo que el conductor puede mantener sus manos en el volante y la mirada en el camino.
Si bien el precio, la calidad y la comodidad son todavía las prioridades principales, los consumidores también quieren conocer los valores de las compañías con las que eligen hacer negocios, y cómo éstos se alinean con los suyos. Los productos y servicios que usamos hoy en día son el reflejo de lo que somos y de cómo queremos ser vistos. En este sentido explicó por qué para Ford es importante invertir en su programa de escuelas con lo cual fortalecen a las comunidades.
Como parte de la plática, Conelly también habló de la importancia de los jóvenes como actores que definen las tendencias a nivel global. Señaló que en la actualidad, en el seno del hogar los jóvenes han dejado de ser sujetos que sólo miran la realidad, para convertirse en factores de decisión con influencia y capacidad de injerencia en las decisiones de compra de la familia. Así, las empresas también se están acercando más para entender sus deseos y poder cumplir mejor con sus necesidades.
En el tema del “consumo cuidadoso” o “consumo ético” se le cuestionó sobre cuál es la tecnología verde que será más abundante en el futuro. Al respecto, Conelly respondió que es imposible saberlo ya que esto depende de muchos factores, y agregó: “el hecho de que nunca podamos saber con certeza lo que nos depara el futuro tiene grandes beneficios. Obliga a las organizaciones a ser ágiles y a contemplar múltiples futuros. En este sentido en Ford estamos trabajando con todas ellas: con hidrógeno, con híbridos, con autos eléctricos, y con optimizaciones a los motores que utilizan hidrocarburos, para estar listos en cualquier caso”. El objetivo final no es adivinar qué futuro es el más probable sino elaborar un plan que permita a la organización prosperar independientemente de cómo se desarrollen los acontecimientos. Una vez que se logra esto, ya no se necesita una bola de cristal.