Alba

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Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna.

Así como el Padre me ha amado a mí, también  yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor

Juan 3:16  y Juan 15:9

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Una de las grandezas que conforman al ser humano es su gran capacidad de amar a lo otros, por este motivo, es importante hacer de estas fechas el pretexto ideal para acercarnos a nuestros seres queridos, dar gracias por todas y cada una de las bendiciones que llenan nuestro corazón y no dejarlo sólo en un día, sino hacer de esta experiencia una forma de vida.

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Que Dios no permita que yo pierda el romanticismo, aún sabiendo que las rosas no hablan.

Que yo no pierda el optimismo, aún sabiendo que el futuro que nos espera puede no ser tan alegre.

Que yo no pierda las ganas de vivir, aún sabiendo que la vida es, en muchos momentos, dolorosa.

Que yo no pierda las ganas de tener grandes amigos, aún sabiendo que, con las vueltas de la vida, ellos se terminan yendo.

Que yo no pierda las ganas de ayudar a los demás, aún sabiendo que muchos son incapaces de ver, reconocer y retribuir, esta ayuda.

Que yo no pierda el equilibrio, aún sabiendo que innumerables fuerzas quieren que me caiga.

Que yo no pierda las ganas de amar, aún sabiendo que la
persona que mas amo puede no sentir lo mismo por mi.

Que yo no pierda la luz y el brillo de la mirada, aún sabiendo que muchas cosas que veré en el mundo oscurecerán mis ojos.

Que yo no pierda la garra, aún sabiendo que la derrota y la pérdida son dos adversarios extremadamente peligrosos.

Que yo no pierda la razón, aún sabiendo que las tentaciones de la vida son innumerables y deliciosas.

Que yo no pierda el sentimiento de justicia, aún sabiendo que el perjudicado pueda ser yo.

Que yo no pierda mi abrazo fuerte, aún sabiendo que un

día mis brazos estarán débiles.

Que yo no pierda la belleza y la alegría de ver, aún sabiendo que muchas lágrimas brotaran de mis ojos y se escurrirán por mi alma.

Que yo no pierda el amor por mi familia, aún sabiendo que ella muchas veces me exigirá esfuerzos increíbles para mantener su armonía.

Que yo no pierda las ganas de dar este enorme amor que existe en mi corazón, aún sabiendo que muchas veces será sometido y aún rechazado.

Que yo no pierda las ganas de ser grande, aún sabiendo que el mundo es pequeño.

Y encima de todo… ¡Que yo jamás olvide que Dios me ama infinitamente!

Que un pequeño grano de alegría es esperanza dentro de cada uno y es capaz de cambiar y transformar cualquier cosa, pues la vida es construida en los sueños y concretada en el amor.

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