Existe una máxima que dice que no puede resolverse una dificultad que no se conoce. Muchas veces se presentan situaciones que vistas desde fuera deberían buscarle una solución, pero quien las padece no las aprecia de esta manera.
Dentro del tema de análisis y solución de problemas, hay un aspecto que en lo personal me llama mucho la atención por los daños que causa y es el de los inconvenientes ocultos ¿Cómo atacar a un enemigo que no se conoce? ¿Cómo resolver algo de lo que no se tiene conciencia?
Creo que a todos nos ha sucedido. Visitamos a un amigo y notamos ya sea en su negocio una serie de situaciones o problemas que quien los tiene o sufre simplemente ignora o tolera, pero no toma acción para eliminarlos. Y sí se nos ocurre comentarle, frecuentemente nos comentan que las cosas son así, que no pasa nada o que exageramos.
Sin embargo, los problemas ocultos, no por estarlo dejan de dañar. Por el contrario, a veces desde su escondite hacen más estragos.
Una empresa puede estar en crisis, pero su dueño no lo percibe hasta que es demasiado tarde; por no poner atención a las señales que un experto externo puede detectar, por ello es importante analizar algunas de las causas que se presentan en esta ceguera ante los contratiempos.
Creer que no está mal…
Una de las dificultades más frecuentes en los talleres es la falta de liderazgo, que se provoca en parte por no tener una clara definición respecto a las líneas de mando. Situaciones como ingerir alcohol con los empleados, hablarse con doble sentido o llevar una relación de mucha camaradería ayudan a este problema, pero muchos se resisten a corregirlo porque estos son hábitos que no se aprecian como malos. Revise si sus modos o costumbres no le provocan inconvenientes en el taller.
No percibirlo
Una pérdida de clientes por mal servicio, cuando es ligera, no se aprecia hasta que el dinero es tan escaso que se hace evidente. La falta de controles administrativos ocasiona que no se consideren este tipo de situaciones. Muchos obstáculos requieren de indicadores para ser detectados, puesto que su cambio es gradual e imperceptible en el corto plazo. Haga comparaciones en el corto, mediano y largo plazo para detectar este tipo de fallas.
Por prejuicios
Nuestros pensamientos equivocados pueden llevarnos a minimizar los problemas. Por ejemplo, malas decisiones en la empresa podrían generar un descontento entre el personal y equivocadamente atribuirle a la gente que “no quiere trabajar”. Analicemos si nuestras ideas acerca de los trabajadores, clientes y proveedores no están influenciadas por conceptos no acordes a los tiempos que vivimos.
Por continuar paradigmas
Un paradigma es ejemplo a seguir, aun cuando no sea correcto. Un caso de uno incorrecto es lo que se piensa en cuanto a la formación del mecánico. La realidad es que hoy se requiere de gente capacitada, pero muchos talleres no ven esto como un problema porque se han quedado con la vieja idea de que el personal se forma en la empresa a punta de golpes en las manos. Cuando esta creencia está muy arraigada, los patrones evitan que su gente se capacite. Observemos que ejemplos damos por buenos que la realidad nos marca como equivocados.
Por no distinguirlo entre otros
Esto nos sucede con la crisis económica, que suele esconder a otros problemas. Como esta situación no la podemos resolver nos quedamos con la idea de que los inconvenientes que están ocultos dentro de ella tampoco. Algunos talleres culpan a la crisis por las bajas ventas cuando éstas pueden ser el resultado de un mal servicio. Definamos que es nuestra responsabilidad y que no.