Las grandes ciudades están repletas de automóviles, y en las horas pico las avenidas lucen inmensas filas de vehículos avanzando a vuelta de rueda en su desesperación por llegar a sus destinos.
En un escenario tan caótico, el síndrome del “buen conductor” aparece entre los automovilistas, un padecimiento que los lleva a pensar que todos los demás no saben conducir ni moverse de acuerdo a las señalizaciones, excepto ellos mismos. De esta manera se originan infracciones, invasiones de carriles confinados y falta de atención a las señales de tránsito y semáforos.
Sin embargo, estas acciones conllevan un riesgo no sólo para quien las comete, sino también para las vidas de las personas que lo rodean.
Por ello, la seguridad vial en México sigue siendo un tema que no se ha controlado al 100% y esto pasa factura con la pérdida de vidas humanas y accidentes automovilísticos.
Un largo camino por recorrer
El Decenio de Acción para la Seguridad Vial fue lanzado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el 11 de mayo de 2011, con el objetivo de reducir las muertes y lesiones por accidentes de tráfico en todo el mundo. Este plan promovió medidas de cooperación entre gobiernos, organizaciones y ciudadanos.
Sin embargo, la meta no se cumplió y se decretó un Segundo Decenio de Acción 2021-2030, cuya meta es reducir en un 50% los fallecimientos ocurridos en siniestros viales.
En Latinoamérica, por ejemplo, la tasa de mortalidad por accidentes viales es de 15 muertes por cada 100 mil habitantes.
Asimismo, México aún se encuentra bastante lejos de los objetivos establecidos por la ONU. En nuestro país se pierden 43 vidas diariamente por incidentes viales, una cifra preocupante que refleja la gravedad del problema.
Además, 70% de víctimas fatales de estos hechos son personas vulnerables, es decir, peatones, ciclistas y motociclistas, según cifras del Monitor Vial de Fundación Aleatica.
Estos datos duros son una muestra de la realidad que enfrentan diariamente los usuarios de las vialidades mexicanas.
El pulso de las calles
Jasiel Hernández Hernández es un policía de tránsito de la Ciudad de México, cuenta con más de cinco años de servicio y ha observado de primera mano los conflictos de la seguridad vial en la capital del país.
Jasiel comenta que los conductores mexicanos no cuentan con cultura vial suficiente para manejar en las calles, asimismo señala que no es un problema sólo de conductores, pues también involucra a peatones, ciclistas y motociclistas.
A su vez, comparte que las faltas al reglamento de tránsito más comunes en el día a día son las derivadas por exceso de velocidad, alcanzando por día alrededor de 10 mil fotomultas.
Hernández hizo hincapié en que la elevada cantidad de infracciones se debe a la ignorancia del conductor, al no saber que hay diferentes límites de velocidad para las diversas vialidades de la ciudad.
Además, señaló que es muy común que los automovilistas quieran “ganarle” a la luz roja de los semáforos para no detener su marcha.
Jasiel considera que el problema recae en “la lucha constante por determinar quién tiene más derecho al momento de circular. Incluso cuando podrían ceder el paso, no lo hacen, convirtiendo cada situación en un enfrentamiento sobre quién debe respetar primero”.
Falta de concientización
En entrevista para Alianza Automotriz, César Girón, Subdirector de Prevención de Riesgos en Quálitas, argumenta que el mayor reto es darnos cuenta de que no siempre somos buenos conductores y romper el paradigma de que los accidentes no nos pueden pasar a nosotros, sólo por ser nosotros.
Girón explica que existe una tríada de la seguridad vial, la cual habla de los factores de riesgo. La primera arista es el factor humano, lal segunda trata del entorno y por último, está el vehículo.
César señala que el 80% de los accidentes recaen en el factor humano, donde el mayor obstáculo es la concientización del conductor. Desde el 2015, el celular es la principal causa de distracción al manejar, impactando la forma de tomar el volante, además de causar distracción visual e incluso cognitiva, pues al contestar el teléfono se deja de observar el camino.
Otro aspecto relevante es la falta de interés por contar con un seguro automotriz. Aunque en varios estados es obligatorio, el número todavía es muy inferior al tamaño del parque vehicular. Según César Girón, apenas el 30% del conglomerado vehicular cuenta con seguro, y de ese porcentaje, el 30% está gestionado por Quálitas.
La opinión acerca de la falta de concientización también la comparte Pilar García, CEO de Rastreator.mx, plataforma digital que ayuda en la búsqueda de seguros automotrices.
García menciona que es “increíble la cantidad de personas que manejan haciendo uso del celular o saltándose los semáforos”, por ello cree que la conciencia vial del mexicano es muy ligera.
Pilar refiere que además de brindar información, los órganos reguladores de tránsito deben multar con mayor severidad para que las personas infractoras reduzcan cada vez más sus incidencias.
Por otro lado, menciona que el sector privado debe invertir más en sus campañas de seguridad, esto con el objetivo de acercarse más al conductor y con ello generar una mayor concientización y percibir a los seguros automotrices como un aliado y no como un gasto.
La luz al final del túnel
Aunque México enfrenta grandes retos en seguridad vial, las soluciones para revertir esta situación son alcanzables.
Sonia Aguilar, Coordinadora Regional para América Latina de Global Alliance of NGO’s for Road Safety, destaca que la gestión de velocidad es crucial. “Viajar a 80 km/h equivale a lanzarse desde un séptimo piso”, menciona, subrayando que reducir la velocidad a 30 km/h disminuye en un 90% la probabilidad de muerte ante un atropellamiento.
Complementando esta visión, Bosco Martí, Presidente de Fundación Aleatica, resalta la importancia del enfoque de Sistema Seguro, que propone carreteras más seguras, vehículos con mejor tecnología y usuarios responsables, es decir, un esfuerzo conjunto entre gobierno, empresas y ciudadanos.
Como propuesta de solución, la aseguradora Quálitas trabaja en un proyecto con mapas de calor, los cuales identifican las vialidades donde hay más incidentes y víctimas de dichos siniestros. Una vez identificadas las zonas, se realiza una inspección física con un especialista para investigar qué tipo de modificaciones se podrían realizar en el lugar para evitar más accidentes viales.
Una mayor concientización acompañada de iniciativas por parte del gobierno y sector privado parecieran ser la cura para el síndrome del “buen conductor” y así acercarnos a alcanzar esa reducción del 50% de accidentes.
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