En tiempos de crisis es importante controlar costos. Bajar gastos es sencillo, pero identificar fugas de dinero que desconocemos no lo es tanto, sobre todo si ignoramos a qué área pertenecen.
Si le preguntamos a los dueños de talleres sobre los gastos más recurrentes, seguramente mencionarán: la renta, los pagos de luz, teléfono, agua, las cuentas de refacciones, sueldos y salarios. Algunos mencionarán los generados por el mantenimiento y el desgaste de las herramientas, pero muy pocos indicarán los siguientes pagos ocultos.
Identificando costos
Casi como si jugáramos a las escondidas, en todo taller existe una serie de precios que deben ser encontrados para poder controlarlos o eliminarlos. Debido a que no están visibles, se les conoce como costos ocultos y llegan a ser como la hipertensión, que no da señales hasta que acaban con el paciente.
Pérdida de clientes
Es un precio que daña mucho. Se presenta de manera encubierta cada vez que un cliente decide no volver a reparar con nosotros su auto. El mes pasado mencionamos el problema del servicio y como éste genera las malas recomendaciones. Perder a un cliente va más allá de no lograr el dinero de esa venta.
Supongamos que un usuario se presenta en un taller para solicitar una puesta, y de muy mala manera se le dice que no es posible porque hay cosas más importantes en ese momento. Si él se siente aludido y ofendido por su “poco” prestigio, buscará otro taller y no regresará.
¿Cuánto perdió el taller? ¿Cincuenta pesos de una puesta a tiempo? No, dejó de ganar mucho más porque esa persona en el futuro trabajará con otro proveedor y todas las futuras afinaciones, verificaciones, servicios de frenos y demás serán para alguien más.
En ocasiones he escuchado a gente que deja ir clientes bajo el pretexto de que compran poco, pero no saben la cantidad porque no cuentan con registros que les reporten las ganancias. Muchas veces un comprador que es tranquilo y no da problemas da la impresión de que no es bueno cuando la realidad es diferente. La suma de muchos clientes pequeños por lo general es lo que mantiene a las empresas.
Evite el costo oculto de perder clientes manteniendo un control sobre ello, analice cada cuándo lo visitan, qué le compran y sobre todo, manténgalos cautivos con un buen servicio.
Malas refacciones
Se piensa que comprar refacciones “baratas” y de mala calidad solamente tiene el precio que se paga por la refacción -si se tiene que cambiar por otra.
Supongamos que un mecánico pone una bomba de gasolina deficiente pero barata con la esperanza de que el cliente no regrese pronto. Pero la bomba falla y él regresa a los dos días. El mecánico tiene que comprar otra, y no sólo pierde lo que pagó por la primera, sino el tiempo que tarda en discutir con el usuario, ir a comprar la nueva bomba, que ahora debe ser de mejor calidad y que el cliente no pagará. Además de volver a bajar el tanque y colocar la nueva bomba, pierde por la mala imagen que se le queda al consumidor, que si ya no vuelve crea la consecuencia del punto anterior.
Tiempos muertos
Los libros de ingeniería los mencionan, pero muchos talleres no los toman en cuenta. La pérdida de tiempo suele representar un costo altísimo para muchas empresas. En lo personal, me ha tocado medir los períodos a diferentes actividades y los números revelan cuánto se desperdicia en ir al baño, pasear, platicar, buscar una herramienta o esperar una refacción.
Los tiempos muertos por lo general provocan el “Efecto Dominó” en el que una actividad retrasa a otra y el problema se agrava porque se tienen que pagar horas extras, cargos adicionales por compras de urgencia y hacer concesiones a los clientes por la tardanza.
Robos hormiga
Pequeños hurtos suelen hacer grandes males. Ya sea un litro de aceite que se pierde, unas pinzas que desaparecen o el dado de 13 mm.que ya no encontramos, los desfalcos hormiga se suelen dar cuando no hay control por esos faltantes. También se pueden considerar robos hormiga aquellos que hacen los mecánicos deshonestos que recomiendan al cliente otro taller o se arreglan con él para reparar el vehículo en su propia casa, cobrando menos de esta manera y robando clientes al taller para el que trabajan.