El futuro del taller tradicional

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Para el común de las personas, taller mecánico es sinónimo de informalidad, suciedad y de duda. Es una imagen que molesta a quienes nos dedicamos a esta profesión, pero no por molestarnos deja de ser cierta en muchos casos.

Las películas y la televisión siguen recurriendo a la figura del mecánico como alguien corrupto, con poca o nula educación, y que no se tienta el corazón para cobrar por servicios que no ha hecho. Y si bien no todos los talleres y todos los mecánicos son así, desafortunadamente son muchos los que contribuyen todavía en la actualidad a la imagen de gente poco profesional, deshonesta y sucia.
Basta recorrer las calles de cualquier ciudad, para aún encontrar talleres con paredes ennegrecidas, la herramienta arrumbada en cajas, con chatarra amontonada en una esquina y botes de basura desbordados.

Si entramos a esos talleres, seguramente veremos pisos manchados de grasa de hace meses, y si platicamos con los que atienden, será muy probable que no nos reciban como sentimos merecer. Si escarbamos un poco más, encontraremos que estos talleres no cuentan con controles administrativos, por lo tanto, no saben cuanto ganaron la semana pasada, o cuanto les ha costado la operación del taller en el año anterior. Probablemente no manejan órdenes de servicio, ni extienden facturas.

Esos talleres tienen con frecuencia problemas con un vehículo que no pudieron arreglar, ya sea por falta de capacidad, de conocimientos y de herramienta, y por eso cada vez les cuesta más mantener clientes y pagar a los empleados, si aún les quedan.

¿Qué es lo que está pasando?

Que a esos talleres poco a poco los está alcanzando el destino. Talleres de ese tipo están destinados a desaparecer, uno a uno. No puedo precisar cuánto durarán, pero estoy convencido de que cada vez les resultará más difícil subsistir.

Desgraciadamente, la falta de visión empresarial de los dueños de esos talleres no les permite ver una serie de amenazas que están presentes en el medio, y que hace treinta años no existían.

Muchos mecánicos traen una formación de sus padres o maestros, quienes sesenta años atrás tomaron un taller mecánico y se lo entregaron a sus hijos o traspasaron a sus mecánicos hace veinticinco años sin cambios importantes, puesto que durante los primeros 75 años del siglo veinte los cambios en los sistemas automotrices no fueron lo vertiginosos que fueron en los últimos 25 de ese mismo siglo.

Los mecánicos se rezagan

Antiguamente, un mecánico podía ser formado en el mismo taller en forma práctica, y los nuevos autos podían ser reparados por intuición, puesto que los sistemas cambiaban lentamente, y se manejaban con fundamentos similares.

Pero con la entrada de la electrónica como principio de funcionamiento de los sistemas de encendido, inyección de combustible, frenos, suspensión y seguridad, entre otros, el cambio fue tan radical que incluso los mecánicos que tenían años en el negocio tuvieron que prepararse, y si nunca habían estado en un aula para aprender mecánica, ahora debieron llegar a ellas forzosamente para actualizarse.

Por lo que actualmente ya no es tan fácil formar a los nuevos mecánicos en el taller, pues no basta la práctica, también es necesaria la teoría. Pero si bien han sufrido por los avances tecnológicos, también se han visto afectados por un mercado cada vez más exigente.

Sabemos que cuando un recurso escasea, éste se cuida más. Y como actualmente el dinero es muy escaso, los clientes no pueden gastar tan fácil en el mantenimiento de su vehículo, y tratan de ahorrar.

Conforme el dinero valga menos, el cliente será más exigente, y es algo que los que están en el negocio deben entender y afrontar.
Por lo tanto, es importante que los talleres, al igual que todas las empresas, ofrezcan mejores servicios a precios que convengan al consumidor. Pero para efectuar esto que se dice fácil, es necesario reducir algunos gastos innecesarios como los retrabajos o reprocesos, que son aquellas tareas que debemos hacer dos veces o más, porque no se terminaron bien a la primera vez, lo cual es muy difícil para quien no tiene la capacidad o las herramientas, como es el caso de algunos talleres de los que hemos platicado.

Para ofrecer mejores precios, es importante trabajar a la mayor capacidad posible cada día, obteniendo las mejores condiciones de los proveedores, reduciendo las pérdidas de tiempo y los desperdicios, pero para esto falta organización y administración, otros dos valores que fallan en muchos talleres.

En resumen, los talleres como tradicionalmente los hemos conocido, con las carencias señaladas, están condenados a desaparecer si no cambian y se adaptan a las condiciones actuales del mercado. Si no son capaces de ofrecerle al consumidor lo que está buscando, el cliente lo buscará en otra parte, y no se debe olvidar que el único actor que inyecta dinero al negocio es éste.

¿Cómo enfrentar el cambio?

Primero que nada, comenzando por analizar dónde estamos y a dónde queremos llegar. Al revisar dónde estamos, será importante reflexionar sobre como y por qué ha cambiado el cliente, los proveedores, los autos, los competidores. Tal vez usted nunca lo haya hecho, pero es necesario, porque cualquier movimiento en el mercado automotriz tarde o temprano lo afectará.

Cuando analice hacia dónde quiere llegar, cuando visualice su futuro dentro de cinco, diez y veinte años, seguro se dará cuenta que a menos que cambie algunas cosas no lo podrá lograr.

Entonces, identifique que debe cambiar en su taller y hágalo de acuerdo a sus posibilidades. Puede comenzar con la limpieza, que no es cara, o con modificar la forma en la que aborda al cliente, que no requiere mayor inversión más que el mejorar el trato.

Quizá más adelante implemente políticas de calidad para evitar desperdicios, y continuar con establecer controles administrativos, que como se habló en el artículo de “No pierda el Control”, son como el tablero de instrumentos de su empresa.

Dice una frase reflexiva: Si sigues haciendo las cosas como hasta ahora, no te extrañe obtener los mismos resultados que hasta ahora has obtenido.

Así que aproveche la oportunidad que le da el tiempo, si su taller tiene deficiencias porque no se ha sabido adaptar al mercado actual, busque la forma de corregirlas. Pregunte a quien le puede apoyar, copie y aprenda de sus competidores, escuche que es lo que el cliente quiere de usted, y capacítese constantemente, ya sea mediante cursos, de la experiencia de otras personas o aprendiendo directamente de manuales.

* Ing. Alberto Quiroga Venegas
Dirección de Proyectos
SICAA, S.C.

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