Kia Río: un subcompacto de altos vuelos

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CORRÍA EL 2015 cuando la armadora Kia llegó a México a picar piedra desde cero, con todas las implicaciones que pueden significar la llegada a un mercado completamente nuevo. Hoy, cuatro años después, la empresa coreana demuestra que más que llegar con pico y cincel, lo hizo con maquinaria pesada: puso una planta armadora y se afianzó en el top cinco de ventas.

De tal suerte que la firma de origen asiático ha logrado colarse en el gusto del público mexicano.

Los porqués de esto son múltiples, y pudimos corroborar algunos de primera mano gracias a la prueba del vehículo más pequeño que la familia Kia ofrece en México: Río hatchback, un subcompacto con aspiraciones deportivas.

Este auto es armado en la planta de “Pescorea”, como de forma picaresca los lugareños le han llamado al municipio de Pesquería, Nuevo León, desde la puesta en marcha dela factoría. La verdad es que, nacionalismo aparte, deja buen sabor de boca que un auto tan bien armado pueda jactarse de tener el sello “Hecho en México”.

Y es que el Río es atractivo desde el primer vistazo. El que tuvimos en nuestro garage se entinta de un azul que llama la atención por los brillos metálicos que dejan ver un auto que chispea luz al paso y refleja calidad en la pintura, que al mismo tiempo se ve coronada con detalles cromados en parrilla y faros. El frente da sensación de robustez y la cola deja ver un diseño dinámico y ligero.

Todo ello permite ver el cuidado que se le ha puesto al diseño y la construcción del vehículo.

Desde que los autos Kia llegaron a México destacaron por su equipamiento, un aspecto que no desmerece en este Río, puesto que tiene casi todo lo que se podría pedir en un compacto, por ejemplo: controles en el volante, cámara de reversa y pantalla compatible con el sistema operativo del teléfono, aunque esta última queda un poco a deber en cuanto al nivel de respuesta al tacto o la calidad de la imagen, en línea con un sistema de audio que no pasa de ser cumplidor.

En su interior presume asientos con vestiduras de piel con un diseño y calidad extraordinarios, además de quemacocos y rines con una apariencia bastante cuidada, lo cual le da un aspecto que lo pone en un nivel alto en comparación con la mayoría de subcompactos de la competencia. Cabe resaltar que la versión probada es una de las más equipadas para un auto cuyo precio de entrada supera los 250 mil pesos.

En cuanto a la conducción se puede decir que es un auto que funciona muy bien en ciudad y es cumplidor en carretera. Si bien no da una potencia y un arranque que erice las piel, es una realidad que desde que se toma el timón es notoria la calidad y la seguridad que transmite al conductor. No destaca precisa- mente por ser una máquina ahorradora de combustible, lo que al parecer tampoco es la aspiración. El motor de 1.6L y cuatro cilindros, promete un rendimiento de 18 km/l.

La seguridad es un tema destacado, razón por la cual se incluyen seis bolsas de aire, control electrónico de estabilidad y asistente de arranque en pendientes. Todos estos se integran en cada una de las versiones del auto, lo cual le da un puntaje alto a favor.

Se puede decir que otorga certidumbre al consumidor en tres vías: la sensación de controlar un vehículo de calidad, el equipamiento de prevención y respuesta a siniestros, así como el sello de la casa: siete años o 150 mil kilómetros de garantía.

Así es como Kia afila las garras en un mercado tan deprimido como lo que representan casi 30 meses consecutivos de caídas y una competencia que se antoja ardua dados los recientes lanzamientos de firmas como Volkswagen, con Vitus, o Nissan, con el rediseño de Versa, ambos compitiendo en precio tanto con este modelo como con su versión sedán.

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