Deléitate asimismo en Jehová, Y Él te concederá las peticiones de tu corazón.
Reconócelo en todos tus caminos Y Él enderezará tus veredas.
No seas sabio en tu propia opinión; Teme a Jehová, y apártate del mal.
Porque será medicina a tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos.
Salmos 37:4 y Proverbios 3:6 al 8.
Cuántas veces esperamos sin saber lo que anhelamos, cuántas veces idealizamos la felicidad en torno a lo material y sólo muy de vez en cuando, nos damos cuenta que la felicidad habita en nuestro interior.
Nos convencemos a nosotros mismos de que la vida será mejor después de casarnos, después de tener un hijo, y entonces después de tener otro.
Después, nos sentimos frustrados de que los hijos no son lo suficientemente grandes y que seremos felices cuando lo sean, luego nos frustramos porque son adolescentes (difíciles de tratar), y ciertamente seremos más felices cuando salgan de esa etapa.
Nos decimos que nuestra vida estará completa cuando a nuestro esposo o esposa le vaya mejor, cuando tengamos un mejor auto o una mejor casa, cuando nos podamos ir de vacaciones, cuando estemos retirados…
La verdad es que no hay mejor momento para ser felices que ahora, y si no es ahora, ¿cuándo?… Tu vida siempre estará llena de retos.
Es mejor admitirlos y decidir ser felices de todas formas. Una de mis frases favorita es de Souza: “Por largo tiempo parecía para mí que la vida estaba a punto de comenzar, la vida de verdad. Pero siempre había un obstáculo en el camino, algo que resolver primero, algún asunto sin terminar, tiempo por pasar, una deuda que pagar, entonces la vida comenzaría. Hasta que me di cuenta que esos obstáculos, eran mi vida.
Esta perspectiva me ha ayudado a ver que no hay un camino a la felicidad: la felicidad es el camino.
Así que atesora cada momento que tienes, y atesóralo más cuando lo compartas con “alguien especial”, lo suficientemente especial para compartir tu tiempo, y recuerda que el tiempo no espera por nadie.
Deja de esperar a que termines la escuela, que vuelvas a la escuela, que bajes 10 kilos, hasta que tus hijos se vayan de casa, hasta que te cases, hasta que te divorcies. Deja de esperar el viernes por la noche, el domingo por la mañana, la primavera, el verano, o hasta que mueras, para decidir que no hay mejor momento que este para ser feliz.
¡La felicidad es un trayecto, no un destino!