Una imagen limpia y ordenada no sólo sirve para dar buen aspecto…
La imagen tradicional del taller desordenado y sucio aún predomina en México. Por alguna extraña razón, que probablemente tendrá sus raíces en la cultura profesional de la mecánica, pareciera ser por fuerza que debe estar sucio para presumir su razón de ser.
Aprovechando esta temporada, muchas veces, durante la celebración Guadalupana o por la fiesta de fin de año, los talleres suelen recibir una “manita de gato” y ser lavados y arreglados, pero con enero regresan los malos hábitos que comienzan a ensuciar y desordenar el establecimiento.
Hablando de hábitos
Dicen que no es limpio el que limpia, sino el que no ensucia. Un taller suele estar en mal estado físico debido a los malos hábitos de quienes en él trabajan. Por supuesto, es más cómodo limpiarse las manos llenas de grasa en la ropa o en las paredes, así como es más fácil tirar la envoltura de la refacción a un costado del auto; pero la realidad es que esos hábitos (por mencionar sólo dos) deterioran la imagen tanto del lugar como de su personal.
Los hábitos van creando costumbres que su vez se vuelven leyes. Los nuevos trabajadores, generalmente adoptan la forma de ser de quienes ya tienen tiempo trabajando en una empresa, ya sea para bien o para mal.
De ahí, se deriva la importancia de cuidar dichos hábitos y modificarlos para que ayuden al desarrollo del taller.
Algo más que buena imagen
Una empresa ordenada y limpia manda una imagen al cliente de profesionalismo, cuidado y seguridad; pero al interior del taller, el orden y la limpieza van mucho más allá.
Por ejemplo, un taller con un piso limpio y ordenado, libre de aceite o grasa, evitará accidentes por resbalones o tropiezos a empleados o clientes. Estos accidentes en muchos casos pueden llegar a ser fatales.
En algunos talleres, podemos encontrar rincones donde se acumulan refacciones y accesorios con el pretexto de que “aún sirven”, pero dentro del montón también se almacena basura. Y lo que sucede con esas autopartes, que algún día ocuparemos, es que cuando se necesitan no se encuentran y cuando las ubicamos no las necesitamos. Así es la vida y mientras tanto el montón crece y crece.
Las refacciones mezcladas con basura ocupan un espacio y le mandan al cliente la imagen de que nosotros no ponemos autopartes nuevas, lo cual puede resultar contraproducente.
En cuanto al aspecto personal, una camisola u overol manchado de grasa y maloliente puede hacer incomoda la entrevista con el cliente, y como lo hemos mencionado en otras ocasiones, es de él quien obtenemos ganancias y por lo tanto debemos cuidar nuestro en este aspecto. Si el cliente rehuye de nuestra presencia, también acabará de dejar ir al taller.
Beneficios del orden
Son muchos los beneficios que derivan de tener un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar.
El ahorro de tiempo es evidente cuando en lugar de buscar por todos lados, examinamos en uno solo.
Por ejemplo, si tenemos toda la herramienta bien identificada y la guardamos siempre en el mismo lugar, podemos verificar extravíos y resolverlos a tiempo. Si por orden siempre revisamos los vehículos antes de entregarlos, difícilmente se irán en el auto desarmadores o llaves. Y si existe el lugar apropiado para cada herramental, éstos no se dañara por golpes, oxido o fricciones. Y lo mismo sucede con las refacciones
Si somos limpios y ordenados en nuestra ropa, evitaremos penas y enojos con el cliente por entregar un auto manchado con grasa. Una imagen profesional, además de ser más agradable, nos da mayor poder negociador.
Y si algunos mecánicos aún creen que por estar llenos de grasa el cliente pensará que son buenos “porque no le temen al trabajo”, yo les podría decir que por el contrario, el cliente pensará que debido a que no pueden con el trabajo acaban ensuciándose.
Si su taller cuenta con estas dos características: Limpio y ordenado, lo felicito y lo invito a cuidar esa imagen. Si no es así, le recomiendo a que poco a poco modifiquemos nuestros hábitos para mejorarla.
Y aprovecho para desearles un excelente 2008.