El potencial que tiene México en las reservas del gas natural, sumado a los bajos precios de los vehículos (en comparación con otros que también opera con energías alternativas) y del combustible hacen del Gas Natural Vehicular (GNV) la mejor opción para impulsar la transición que permita reducir los niveles de contaminación.
Datos oficiales muestran que México posee casi el 70% de la variedad de plantas y animales del mundo, ocupando el quinto lugar entre los 12 países megadiversos del mundo[1], por lo que es imperante contar con transportes públicos y privados que reduzcan las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) para proteger el medio ambiente.
El parque automotor es de los elementos que más contamina en el país y la mayor parte de los GEI proviene del transporte público. Si a esto le sumamos que el Valle de México es considerado como uno de los más congestionados del mundo, se incrementa la cantidad de contaminación.
Pero ¿qué es el efecto invernadero?
Se denomina así al fenómeno por el cual determinados gases, que son componentes de la atmósfera planetaria, retienen parte de la energía que el suelo emite por haber sido calentado por la radiación solar. De acuerdo con la mayoría de la comunidad científica, el efecto invernadero se está viendo acentuado en la Tierra por la emisión de ciertos gases, como el dióxido de carbono (CO2) y el metano, debido a la actividad humana.
Este fenómeno evita que la energía solar recibida constantemente por la Tierra vuelva inmediatamente al espacio, produciendo a escala mundial un efecto similar al observado en un invernadero. Esta problemática mundial tiene varias soluciones, pero la más sustentable es facilitar la conversión del transporte público hacia combustibles alternativos más ecológicos como el gas natural.
Es importante recordar que la sustentabilidad se basa en tres principios, el impacto ambiental, el impacto económico y el sentido social.
Los autos eléctricos tienen una sustentabilidad media en materia ambiental, pues si bien no emiten emisiones de GEI, el desecho de las baterías de litio es altamente contaminante. En el sentido económico no son sustentables, pues actualmente sus precios son muy elevados, mientras que en el apartado social tampoco cumplen con el requisito, pues la carga de los autos incrementa las facturas eléctricas de los dueños de los autos. Y aunque existe la posibilidad de subsidiar la creación de electrolineras o los precios de los autos eléctricos, esto crea un impacto económico en el resto de los sectores.
Por su parte el GNV es un combustible más barato y ecológico, cumple con los filtros de sustentabilidad y ambiental, que si bien no elimina al 100 por ciento las emisiones, sí las reduce significativamente, genera ahorros para los usuarios y empresas, lo que permite renovación o ampliación del parque vehicular. Al ser inmediatos los ahorros con la utilización del GNV, puede decirse que se paga sola la conversión. Además, en el apartado social, es seguro y no contamina mantos freáticos.
Andrés Bayona, presidente de la Asociación Mexicana de Gas Natural Vehicular, GNC, GNL y Biogás (AMGNV), mencionó que revisando los consumos actuales, con un programa de conversión a GNV durante los próximos 10 años se alcanzará el 10 por ciento del actual parque automotor mexicano, hoy cercano a 45 millones de vehículos.
Brasil es uno de los países que puede ponerse como el mejor ejemplo, tiene más de 20 años de experiencia en el GNV, circulan casi dos millones de vehículos con la utilización de este combustible y hay más de 1,800 estaciones para su recarga en el país.