Dice el refrán, “el que es perico, donde quiera es verde” y esa filosofía de vida rige a Guadalupe Silverio, soldadora metalúrgica en aleaciones y mecánica de motocicletas, que todos los días por la mañana se pone su overol para comenzar su trabajo, desarmar la motocicleta que le toca, revisar las fallas o soldar partes resquebrajadas.
Guadalupe es parte del 40.9% de mujeres que trabajan en el país, de acuerdo con el último Censo de Población y Vivienda 2020. A pesar de que las mujeres representan casi el 50% de la fuerza laboral, todavía existe un sector donde no tienen tanta representación, el de la reparación automotriz.
En pleno 2021, todavía se cuentan con los dedos de la mano las mujeres mecánicas, rectificadoras u hojalateras. “Al principio fueron machistas”, recordó Guadalupe, al indicar que con un trabajo bien hecho y buena convivencia se ganó la confianza de compañeros y clientes.
“Soy muy aferrada, siempre busco la oportunidad de hacer algo que me motiva, querer es poder y eso me motiva. Cuando conoces las herramientas y demuestras que tienes interés, de allí en adelante las puertas se te abren y la clave es nunca rendirse, es difícil pero no imposible”, afirmó.
CASUALIDAD
Alejandra Gutiérrez entró al sector de la rectificación por casualidad, cuando su suegro se jubiló invirtió en un negocio, así se integró a JR Rectificadora, donde colabora en el área de refacciones, pero también ha hecho rectificaciones de motor, cuando se presenta la oportunidad. Su trabajo no ha sido fácil, “los clientes no aceptan que yo les dé medidas, me dicen ‘que me lo diga el jefe’, pero no una mujer”.
A pesar de las malas experiencias, Alejandra no se desanima y aprovecha cada oportunidad que se le presenta para actualizarse. “Si se puede, somos iguales sólo tenemos que capacitarnos”.
Con respecto a este tema, Alejandra encontró en la Asociación de Rectificadores y Reconstructores Automotrices (ARRA) un grupo que la impulsa y la anima a seguir capacitándose y enfrentar a sus detractores.
¡Y LA CARA NO TE AYUDA!
“De por si no nos quieren y la cara no te ayuda”, dice riendo Marisol Mendez, técnica con cara de niña, pero un amplio conocimiento en mecánica automotriz, pues empezó desde muy joven.
Ninguna persona de su familia se dedica a la reparación y su vocación nació por una mala experiencia; cuando su papá llevó su auto para un servicio preventivo, sin embargo, al conducir tuvieron un percance, posteriormente fueron a otro taller, allí descubrieron que no le habían cambiado las piezas que le dijeron.
Esa situación la marcó, pues para ella la honestidad y calidad en el trabajo se volvió una prioridad, por lo que estudió mecánica automotriz, como segunda carrera.
Si un mecánico joven, a veces, genera desconfianza, sumarle ser mujer fue más difícil. “Hay veces que el cliente quiere estar dirigiéndote. Con el tiempo vas aprendiendo y realmente si ven que estás haciendo un trabajo bien hecho, el cliente va a confiar en ti”.
IMPULSO
¿Qué impulsa a estas mujeres a no rendirse? Ser un parteaguas y ejemplo a seguir es una gran responsabilidad y ellas la aceptan con gusto. Incluso le abren la puerta a otras mujeres que quieran saber qué le hacen a su vehículo, pues la confianza es su principal carta de presentación.
“Es algo ético apoyar a las mujeres para que ellas conozcan su vehículo, las partes de seguridad, pues allí transportan a su familia, se van al trabajo y muchas veces hombres y mujeres desconocen que le hacen a sus vehículos”, comentó Marisol.
GANARSE EL RESPETO
México no es el único lugar donde las mujeres enfrentan dificultades para integrarse al sector reparador, Patricia Sierra González, gerente administrativa de la Rectificadora motores Sierra, de Bogotá Colombia, enfrentó el “machismo” de parte de clientes que todavía se sorprenden al verla como administradora en la empresa que fundó su padre hace 32 años.
“Es una pasión, cuando ya estás dentro del medio todos los vehículos te apasionan, la parte de los motores, como se pueden arreglar, darles más vida y como teniendo la herramienta y el conocimiento, admiras cada automóvil especialmente si son grandes, autobuses, tractocamiones”, reveló con pasión.
Para Patricia el cambio empezó con los empleados y en la cultura organizacional. “Cuando se dieron cuenta de los aportes que nosotros como mujeres íbamos haciendo se generó respeto y seguridad ante los clientes y empleados”.
Estas mujeres rompen paradigmas y día a día demuestran que con dedicación cualquier trabajo es posible.