Todo ser humano y toda empresa cumplen ciclos. Ahora, al inicio del 2009 abramos uno nuevo donde forjemos un futuro mejor para todos nosotros.Benjamín Disraelí, estadista inglés del siglo XIX, dejó para la historia una frase que vale la pena estudiar: “Todo llega al hombre que sabe esperar”.
Estos tiempos de crisis también deben ser de esperanza, de esperar y provocar los cambios que son necesarios para la supervivencia de nuestros talleres y refaccionarias, de nuestros negocios y familias.
Comencemos por definir que saber esperar no significa quedarse quieto en desear que las cosas cambien, al contrario, saber esperar implica provocar los cambios.
Aprovechando el tiempo
Todos sabemos que en enero la gente estará gastada y probablemente no pensará en reparar el auto. Aproveche para hacer llamadas a sus clientes, revisar sus archivos, buscar nuevos mercados o darle mantenimiento al taller, los equipos y herramientas.
Haga una planeación anual. Desarrolle un plan de mantenimiento y propóngaselo a sus clientes a semejanza de los “pagos chiquitos” que tanto éxito tienen en las tiendas departamentales.
Revise sus costos, aproveche la falta de trabajo y estudie cómo puede gastar menos y reflejar eso en precios más competitivos. Invente una promoción en la que incluya varios servicios, sacrificando utilidad individual para lograr una mayor grupal. Por ejemplo, si su cliente lo visita exclusivamente para afinación, propóngale un paquete donde por un precio atractivo también se le haga servicio de frenos, lavado de motor y vestiduras, sacrificando un porcentaje pero captando más trabajo.
Fíjese metas
Hay una frase muy conocida en planeación que dice que “quien no sabe a dónde va, no sabrá por dónde irse. Nada más cierto en estos momentos. La falta de dinero nos afectará en menor medida si tenemos claro qué es lo que queremos lograr.
Hay metas que deberán ser casi una obligación para todos los negocios y será las de ahorrar recursos, aumentar la productividad, conservar o aumentar los clientes y reducir las reclamaciones.
Haga un recuento de lo que han gastado en meses y años anteriores en recursos como: agua, energía eléctrica, teléfono o radiolocalizadores. Busque formas de ahorrar en estos conceptos, pero también involucre a su personal. Situaciones como estas no se enfrentan individualmente, platique con su gente y déle la oportunidad de participar y proponer.
Manténgase motivado
Ante la falta de dinero, muchos pensarán que no habrá forma de motivar al personal y a uno mismo. La realidad nos dice que en cuestión de motivación, el dinero no es la única moneda.
Weston Clarke y Richard Peterson, ejecutivos de AT&T, descubrieron en un estudio entre sus empleados que había situaciones que eran motivadoras y que no tenían que ver necesariamente con dinero.
Factores como conocer el proceso de principio a fin, contacto regular entre clientes y usuarios, la oportunidad de tomar decisiones y aprender nuevas tareas pueden motivar a la gente al adquirir más responsabilidades y tener una visión más importante de la labor que realizan.
Trascienda como líder. Hagamos de estos tiempos difíciles tiempos de esperanza, preparemos y provoquemos el cambio y saquemos lo mejor de nosotros. Estos son mis deseos para el año que comienza.