Un día Beatriz Jiménez decidió seguir su pasión, hizo a un lado el trabajo de escritorio y se metió debajo de un vehículo y ¡le gusto! Ensuciarse las manos, hacer diagnósticos, la satisfacción de entregar un servicio bien hecho.
Así surge ESFE Ingeniería Rosa, un proyecto que busca combinar el aspecto administrativo y al mismo tiempo sumar en la equidad de género para que se integren más mujeres en la industria automotriz, ayudando a los talleres a convertirse en Centros Automotrices y formando verdaderos técnicos y técnicas automotrices.
El proyecto tiene dos años, sin embargo, atrás hubo un trabajo de 17 años “cocinándose”.
“Hace 17 años inicié en el giro automotriz. Todo empezó cuando se creó ESFE (estética automotriz) un lugar donde se hacía trabajo de hojalatería y pintura, y poníamos “coquetos” los autos. Yo me encargaba de la parte administrativa hasta que llegó nuestro actuario para incluir la parte de mecánica. Así empezó esta gran aventura. El primer año tuvimos dos clientes en el área, ESFE solo era reconocido por su servicio estrella de porcelanizado. Como buena administradora realice un análisis FODA, el resultado fue que requeríamos especializarnos y que alguien tomara el área mecánica. Me postulé, realicé mi propio reclutamiento y procedimiento, todavía recuerdo que el primer mes al frente del taller tuve 30 clientes”.
Tres años después se apertura el taller mecánico y desde el inició pintó de color rosa para ponderar el hecho de que la jefa del taller era mujer, sin embargo, su camino no fue fácil. Proveedores y colaboradores no aceptaban tener una jefa.
“Desde hace diez años quería tener un equipo de mujeres, pero también es importante ver las fortalezas y debilidades y mi debilidad era que me faltaba experiencia en el giro”, comentó, por tal motivo decidió especializarse.
Cuando obtuvo el nivel de preparación comenzó el proceso de selección para conformar un equipo de mujeres, pero su camino no fue fácil, pues varias de sus candidatas chocaron con sus familias, esposos e incluso a amenazas de quitarle a sus hijos en caso de dedicarse a la mecánica. “No me di por vencida y cree estrategias de reclutamiento, inclusive un examen psicométrico para este giro”, recordó.
“La parte administrativa me ayudó a detectar si era pasión, gusto o curiosidad (el interés) para realizar un buen reclutamiento y selección, pues si no te gusta cuando lleguen las frustraciones no se iban a quedar”. Este proceso no sólo es para las mujeres, también es para los hombres. “Creo que este dúo funciona perfectamente en este giro”, aclaró.
Desde hace tiempo, además de dirigir su Centro de servicio automotriz también ofrece asesoría en términos administrativos. “A muchos talleres no les importa el tema de administración, pues varios empezaron operativamente y dicen con que salga bien el coche”, su trabajo consiste en enseñarles a darle seguimiento a los autos incluso a los trabajadores para analizar el desempeño del equipo de trabajo.
Entre los consejos para los talleres es hacer un buen estudio de cuánto vale una refacción, la mano de obra… “afortunadamente los que se han acercado a mi es porque tienen pérdidas en sus talleres y quieren saber si les podemos ayudar en la parte administrativa”.
Para Beatriz, la opinión de los clientes es muy importante, pues es un parámetro de cómo califican el trabajo de los talleres mecánicos y hasta el momento los focos están en rojo “los clientes ya no confían en los talleres mecánicos, están hartos de los talleres que dicen que les roban”. No obstante, no se desanima “errores es igual a áreas de oportunidad”, aclaró.
El camino no fue fácil, varias personas no creyeron en ella, le dijeron que no podía con el paquete de llevar un taller mecánico, inclusive algunos clientes dudaban en dejar su auto por ser mujer. “Los que no creyeron en mi fueron mis mejores maestros, gracias por ese ¡no! Fue lo que me hizo más fuerte desde técnicos que no querían una mujer como jefa, hasta proveedores y colegas que abusaron de mi falta de conocimiento. No tengo límites, soy una mujer sin límites”.
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