Una de las características que he encontrado en los talleres que son exitosos, es que trabajan en equipo.
La palabra equipo deriva de la palabra escandinava “skipa”, con la que se definía todo lo que un barco necesitaba para navegar, es decir, velas, timón, remos y por supuesto, remeros.
El trabajo en equipo se distingue de otras actividades, por tener un objetivo común a alcanzar, y por ello, un grupo de personas no necesariamente es un equipo.
Parte importante es la toma de conciencia de todo el equipo sobre la importancia y la ventaja de trabajar en conjunto. Y eso comienza desde la contratación, la inducción, hasta llegar a una capacitación constante enfocada a metas y objetivos generales, donde cada objetivo particular esta encaminado a obtener los mayores beneficios personales y de la empresa.
El clima de trabajo debe ser tal que les permita a todos visualizar que el beneficio de trabajar organizada y honestamente, resulta mayor a largo plazo que trabajar cada cual por su lado, viendo exclusivamente por intereses personales, de grupo o departamento.
En algunos talleres, cada quien “jala por su lado”, como si cada uno de ellos fuera independiente de los demás, y esta situación provoca problemas, porque al tener cada quien intereses propios, estos tarde o temprano llegan a chocar.
Enemigos del trabajo en equipo.
Uno de los enemigos del trabajo en equipo son las “Barreras Organizacionales o Departamentales” que son como una espesa niebla que no nos deja ver que los que forman la empresa van en el mismo barco.
Un taller mecánico no puede llegar a ser una empresa sana a menos que elimine esas barreras, pues de otra forma, los esfuerzos se contraponen y se nulifican.
Me toco conocer un taller que tenía este tipo de barreras. En esa empresa existía área de mecánica y área de pintura, y pintores y mecánicos no se llevaban bien entre sí.
En una ocasión, el maestro pintor necesitaba desmontar una defensa de un auto, y le pidió una llave de 1/2″ a uno de los mecánicos. Este no se la quiso prestar porque “la estaba ocupando”, a pesar de tenerla a la mano y disponible. Y aclaro, la herramienta la proporcionaba el dueño del taller.
El pintor se regresó a su lugar molesto y le comentó a su gente lo que acababa de pasar.
Al poco tiempo, otro de los mecánicos rompió una pieza y alguien le sugirió que la soldarán los hojalateros. Pero cuando lo solicitó, estos tomaron venganza y le comentaron que la manguera no les alcanzaba para soldar, aun cuando el mecánico llevaba la pieza en la mano.
En este taller, los departamentos de hojalatería y pintura y el de mecánica se comportaban como dos empresas independientes y no se detenían para mal recomendarse entre ellos. Y no es difícil adivinar que todo esto le costaba dinero a la empresa y al dueño, y que al peligrar la empresa, por consecuencia también el trabajo de los mecánicos y hojalateros peligraba por igual.
Decíamos al principio que la palabra equipo tenía su origen en la palabra skipa y que esta se relacionaba con los barcos.
Las empresas, incluidos los talleres mecánicos, pueden ser comparadas en muchos de sus aspectos con un barco.
Cuando un barco comienza a hacer agua, se tira al agua el lastre y todo aquello que no ayuda a mantenerlo a flote. En las empresas sucede lo mismo, pues al comenzar a hundirse, se deshacen de aquellos gastos que no van considerando necesarios, y por lo general, comienzan por despedir gente que creen que no produce.
El taller que les platico en mi ejemplo terminó cerrando después de dos años de la situación que comento, y los trabajadores se quedaron sin un empleo que pudieron haber conservado si el negocio hubiese sido rentable.
Cuando un mecánico le echa agua al carburador del auto que esta arreglando un compañero que le es antipático, no sólo está dañando al compañero, sino también a la empresa y al él mismo. Siguiendo con el ejemplo de los barcos, sería como si un marinero hiciera un agujero debajo del banco de su compañero, pensando que solo se va a hundir esa parte.
Sin embargo, si la empresa se hunde, se hunden todos, y no solo una persona o un departamento.
Síntomas de barreras en su taller.
a. Negarse ayuda o herramienta entre el personal.
Como el caso del mecánico y el pintor que no se querían prestar herramienta.
b. Ocultar información.
Ejemplo: Juan sabe que la refaccionaria donde encuentran esas partes difíciles cambio sus números telefónicos, pero él no se los informa a Pedro, que anda desesperado buscando una pieza y no obtiene respuesta en los números anteriores.
c. Saboteo de reparaciones.
Ejemplo: El pintor cortó un cable eléctrico en una zona oculta para que el mecánico batalle
d. Pasarle clientes a la competencia.
Ejemplo: Si no quiero ayudar a que el pintor gane más, yo le recomiendo al cliente a alguien de otro taller.
e. Grupos de poder que someten a otros.
Ejemplo: El jefe de taller tiene sus consentidos y les asigna los trabajos más sencillos. A los otros, les da siempre los trabajos más problemáticos y les exige en demasía.
f. Falta de comunicación.
Ejemplo: Vinieron unos clientes a buscar al jefe de taller pero nadie le da el recado para buscarle problemas.
g. Retrasos inexplicables en tramites comunes.
Ejemplo: La secretaria retrasa la elaboración de facturas, para que el jefe de taller no pueda cobrar y haga esperar al cliente.
h. Pérdida de documentos importantes o de herramienta.
Remando con el mismo rumbo.
Los intereses personales, cuando quieren ser impuestos a todo costo, son enemigos del trabajo en equipo. Cuando quien dirige no sabe guiar, y quienes son dirigidos no quieren seguir, difícilmente se alcanzan los objetivos.
Pero cuando todos los que están en su empresa acceden a trabajar en conjunto, la productividad se incrementa, porque sus esfuerzos se multiplican y se crea sinergia, y obtienen todos mejores resultados.
En conclusión, la única forma de que el barco llegue a su destino de la mejor manera, es que todos remen con el mismo rumbo.