La transmisión de ideas y mensajes de forma clara y oportuna es fundamental para cualquier taller.
Hemos insistido mucho desde este espacio en ver a los talleres mecánicos como empresas y no como changarros o simples patios de reparación. Por ello, la comunicación en cualquier empresa tiene una gran importancia vital, ya que sin ella tienden a desaparecer.
Las compañías, como un conjunto de personas con diferentes habilidades e inquietudes, deben tener objetivos comunes. En el taller mecánico, la comunicación ayuda a definir y transmitir esos propósitos para que puedan ser alcanzados.
El mensaje
Casi todos sabemos que en la comunicación existen dos actores principales, el emisor y el receptor. En lo que pocos reflexionan es que si bien el emisor es quien manda el mensaje, quien le da sentido es el receptor.
Por ejemplo, Juan, el jefe de taller, le ordena a Gabino, un mecánico recién contratado: “Déjame bien ese coche” (mensaje); y Gabino entiende que dejarlo “bien” significa que funcione.
Al momento de entregar ese auto, su dueño reclama porque trae manchas de grasa y manos en la carrocería y el volante.
Juan le reprocha a Gabino ese detalle, pero éste se defiende diciendo que para él dejar bien un auto significa que funcione y que él es mecánico y no lavador.
¿Qué es lo que sucede aquí? Que existe un problema de comunicación. Desde que se contrató a Gabino se le debió definir claramente cuales eran sus funciones, indicándole que además de reparar, su tarea es reunir la herramienta, llenar órdenes de servicio, limpiar el auto para la entrega, entre otros aspectos que el jefe considere necesarios.
Además de decírselo verbalmente, un pequeño manual ayuda a definir las cosas por escrito y, después de ello, debe haber una sesión de preguntas para verificar si la información se entendió como el emisor quiere.
Resultados
La comunicación, como otras actividades, se evalúa por los resultados. Cuando hay frecuentes confusiones, se olvidan actividades o no hay responsabilidad, por lo que estamos ante síntomas que nos hablan de un mensaje deficiente.
Recuerdo el caso de un taller en el que el dueño se enojó con un mecánico porque compró una pieza en la refaccionaria cercana a pesar de que él lo había prohibido:
-¿No les dije que no quería que compraran allí? Si, le respondió su mecánico, pero también me dijiste que urgía y que la trajera de donde fuera y esa refaccionaria es la más cercana.
Este es un caso de comunicación deficiente, en donde dos órdenes chocan entre sí por contraponerse y provocan confusiones. Siempre al mandar un mensaje se debe verificar su correcta apreciación.
Confirmación del mensaje
Un día temprano en la mañana Lalo se asomó por la ventana de su oficina y dijo: “Háganle la afinación al Marquis”.
Sus mecánicos lo escucharon y siguieron trabajando. Por la tarde, cuando el cliente llegó, el auto no estaba afinado porque nadie tomó la iniciativa de hacerlo. Cuando Lalo le preguntó a su gente por qué no lo habían hecho, todos respondieron que estaban ocupados y que pensaron que alguien más lo iba a hacer.
Una orden para todos, resultó ser un mandato para nadie.
Consejos
- Mande mensajes claros y en un lenguaje entendible.
- Asegúrese que la persona indicada recibe la información.
- Pregunte si el encargo ha sido captado como usted lo desea.
- Verifique que las acciones tomadas se apegan al mensaje enviado.
- Escuche a su gente, en toda comunicación existirán diferentes puntos de vista.
- Utilice diferentes medios para comunicar: pizarrón, hojas de servicio, bitácoras de reparaciones, manuales de procedimientos y tablas de verificación, son útiles herramientas auxiliares.
- Si la gente no lo entiende, no se enoje, el problema puede estar en la forma en que transmite el mensaje y no en el receptor.