Las legislaciones para controlar las emisiones de los autos siguen siendo más duras y ya hay países en los que la gasolina y el diésel serán prohibidos, pero nadie habla de la contaminación que generan los frenos.
Y es que un estudio hecho por Green Car Congress en Reino Unido dejó en claro que hasta el 60% de las partículas finas emitidas por el transporte en carretera viene de los sistemas de frenado.
Y aunque el tema está resurgiendo, no es nuevo, ya en 2014 la Comisión Europea advertía de la contaminación generada por los frenos.
En ese entonces, se señaló que emitían entre el 16 y el 55% de las partículas con un diámetro inferior a 10 micrómetros (PM 10) relacionadas con el tráfico.
Y es que las pastillas y los discos de freno funcionan sobre la base de la destrucción mutua, es decir, se desgastan y producen polvo para desacelerar el coche.
Muchas veces, el resultado de la fricción se le ve como un polvo negro con tonos cobrizos que ensucia las llantas.
Soluciones para frenos limpios
Una solución a esto ha sido el uso de pastillas orgánicas, que de hecho son más silenciosas y funcionan bien en frío, pero se desgastan aceleradamente.
Sin embargo, la solución podría estar en reimaginar la composición del disco de freno y las pastillas.
Tal y como lo han hecho Porsche y Bosch al lograr reducir la cantidad de material que se desprende del disco durante su vida útil con una cobertura de carburo de tungsteno.
Otra solución ha sido la que presentó Mann+Hummel, que creó un filtro que atrapa las partículas resultantes de la fricción de los componentes de los frenos.
Los coches eléctricos tampoco van a solucionar por completo la situación y es que, si bien gran parte de la desaceleración se hace desde el motor eléctrico, el sistema de frenado se sigue usando.