Los recientes anuncios que han dado las autoridades mexicanas sobre la reapertura de las actividades en industria automotriz tienen sabor agridulce.
Por un lado es positivo que sea considerada una actividad esencial, pero al mismo tiempo se da una mala señal al permitirle comenzar a operar hasta el primero de junio, señaló Eduardo Solís, consultor internacional y expresidente ejecutivo de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), cargo que desempeñó por 12 años.
Solís explica que es de vital importancia mantener la sincronía con Estados Unidos y Canadá, ya que actualmente hay un alto nivel de integración y mientras no se abran las actividades en México, los fabricantes de la región tampoco pueden operar.
“Si no abren es un escenario sombrío y preocupante porque ya habían señalado las armadoras en Estados Unidos su intención de abrir la próxima semana. Incluso algunas ya habían indicado el lunes 18 para operar”, dijo quien también es miembro del consejo directivo de Concamin.
Puso como ejemplo a Honda en Estados Unidos, que quiso iniciar operaciones y que ahora ya están considerando volver a cerrar porque no les llegan componentes desde México. Cabe recordar que un auto armado allá contiene un 40% de componentes nacionales.
En este sentido, señaló que ve riesgos en que México deje de ser considerado un socio confiable en el mediano y largo plazo, con un eventual regreso de las cadenas de suministro al país del norte.
Actualmente son 70 mil millones de dólares lo que se envía a las amadoras estadounidenses y al mercado de repuesto, además de que de la industria dependen 700 mil empleos directos y hasta tres millones de indirectos. “Son años lo que nos ha costado tener cadenas de suministro globales en nuestro país”, dijo.
Señaló que lo ideal es comenzar de manera sincronizada y gradual, tomando todos los protocolos que la industria automotriz ha trabajado con las autoridades.