Un 26 de agosto de 1925 la relación de Ford con México se selló con la inauguración de la primera planta de ensamblaje de la armadora en el país, en específico en la Calzada Balbuena y prolongación Candelaria en la Ciudad de México.
Esta fábrica se encargaba del montaje y acabado de cinco Modelo T al día, aquí iniciaría la industria automotriz mexicana.
“Uno de los retos que enfrentó Ford para establecer su primera planta en México, fue la incorporación de mano de obra capacitada y la proveeduría de insumos y piezas básicas para el funcionamiento de los automóviles”, señala la empresa.
Esto se arregló repatriando a los mexicanos que ya fabricaban autos en Detroit, la capital de auto para ese entonces, mientras que en la proveeduría se impulsó a empresarios para que se embarcaran en esta aventura.
Los modelos T en sus múltiples versiones, como el Tudor sedán, cuyo costo era de mil 894 pesos y descapotable Touring de mil 35 pesos, formaba, junto con taxis y camiones de la misma plataforma, parte del paisaje citadino.
Pronto, Ford tuvo que sacar de la ciudad su planta mientras incrementaba el número de autos que tenían el sello mexicano, los cuales comenzaron a exportarse al mundo, desde el Modelo A, Cougar, hasta Mustang.
Hoy, Ford cuenta con cuatro plantas en el país con cerca de 10 mil 197 empleados, un centro de ingeniería que cuenta con alrededor de dos mil ingenieros que desarrollan productos y patentes.
Es así que la planta de Ford en Cuautitlán se convertirá en la primera en producir el primer vehículo eléctrico en el país, el ya famoso Mustang Mach-E, mientras que Hermosillo se centrará en la producción de la sexta generación del Ford Bronco.