Alberto Quiroga
En días pasados tuve la oportunidad de estar visitando muchos talleres mecánicos para actualizar mi percepción de la problemática que enfrentan los dueños.
Aunque mencionaron algunos asuntos puntuales, como la falta de información para reparar vehículos de ciertas marcas, el problema más recurrente fue la carencia de personal calificado y también de auxiliares.
Con respecto a los ayudantes, conocidos tradicionalmente en México como “chalanes”, en todos los dueños hubo una sentida queja hacia estos jóvenes que ya no quieren trabajar.
Pero, ¿por qué los ayudantes, que tradicionalmente han sido el pilar de estos talleres, ya no quieren desempeñar este rol?
Quiero mencionar que durante las entrevistas hubo varios comentarios repetidos en esas conversaciones y eso me llevó a considerar que si puede existir una problemática generalizada que se nos puede revertir negativamente, pues a pesar de que los ayudantes realizan actividades de baja exigencia, su labor es fundamental y por ello, necesaria.
A continuación, exploraremos algunas de las razones detrás de esta problemática y sus implicaciones para el sector del mantenimiento automotriz.
Comencemos con la visión de los ayudantes
Conversando con algunos estudiantes que han tenido malas experiencias en talleres y que estas los han llevado a dejar el trabajo, puedo mencionar las siguientes problemáticas:
Falta de seriedad en las condiciones laborales
Si bien un joven puede entrar con muy poca experiencia a un taller, no por eso deja de ser una persona que puede aportar y que además cuenta con capacidad de trabajo. Algunos jóvenes se han quejado de que las condiciones de trabajo son precarias y que las promesas que les hicieron al entrar, como un ajuste de sueldo al pasar el periodo de prueba, no se cumplieron.
No es atractivo trabajar para aprender
Antiguamente, algunos aprendices comenzaban a laborar sin sueldo con el fin de aprender, pero para un estudiante que ya cuenta con conocimientos, aunque sean teóricos, esto por sí mismo no es atractivo. Un ayudante que ya cuente con un cierto nivel, no estará a gusto trabajando y aportando sus conocimientos sin tener una remuneración económica.
No tienen la seguridad de crecer
Algunos ayudantes se desmotivan si perciben que en ese empleo no tendrán la oportunidad de crecer y aprender porque los limitan a actividades de bajo perfil y les cierran el acceso a trabajos más especializados. Ante la falta de expectativas de crecimiento, deciden buscar otro taller.
Estos son los tres temas que afectan a los ayudantes desde su perspectiva, ahora pasemos a la versión de los dueños, quienes saben que necesitan de ayudantes, pero se desesperan ante la falta de personas serias que busquen estar en ese puesto.
La generación de cristal
La mayoría de los dueños se acostumbraron a un trato rudo, sobre todo cuando cometen un error, y ahora se llevan la sorpresa de que muchos de sus ayudantes se sienten “ofendidos” cuando se les llama la atención al incurrir en una falla o indisciplina. A los dueños les disgusta que ya no haya tolerancia al fracaso y que los jóvenes sobredimensionen las críticas, renunciando ante cualquier regaño.
Mucha exigencia, poca ayuda
Otra queja va en el sentido económico, cuando los ayudantes buscan ganar un sueldo muy alto, similar al de un mecánico con experiencia, pero sin tener la misma capacidad de trabajo para poder justificar ese alto salario. Exigen condiciones, pero cuando se les pregunta qué pueden dar a cambio, no hay un compromiso para equilibrar el dinero que buscan ganar.
Son muy dispersos
Algunos ayudantes, (muchos, dirían los dueños de talleres) se la “viven” en el celular y las redes sociales. Si se les quita ese dispositivo, alegan que es su derecho tenerlo para estar comunicados y se niegan a dejarlo. si se les permite conservarlo, es desesperante verlos pegados a la pantalla mientras los autos esperan a ser reparados o las piezas a ser limpiadas.
Hasta aquí, estas fueron las principales condiciones que pude notar están motivando esta crisis de “ayudantes” en los talleres. Desafortunadamente, la falta de compromiso deviene de una deficiente formación personal que corre a cargo de la familia, en primera instancia, y de las escuelas, en segunda.
Ojalá podamos poner todos lo que esté de nuestra parte para ir solucionando este problema, porque en el mediano plazo repercutirá en las condiciones productivas de los talleres mecánicos.