Un segundo bastó para que un estallido cimbrara el suelo tapatío, las calles del sector Reforma de Guadalajara volaron, el asfalto se levantó, miles de casas destruidas y cientos de vidas perdidas, una desgarradora imagen que se grabó con tinta indeleble en la mente de los mexicanos en 1992.
Crónicas de la época indicaron que derrames de gasolina y desechos de talleres mecánicos en el drenaje provocaron una tragedia que sigue sin castigar a los culpables. Esta imagen se pudo evitar con una correcta disposición de residuos peligrosos.
En México existen más de 270 mil talleres mecánicos, de acuerdo con datos de la Confederación Nacional de Talleres. Actualmente no hay una cifra oficial de la cantidad de residuos peligrosos que generan diariamente estos centros de trabajo. Entre los productos de este tipo que se utilizan en la reparación automotriz destacan: las gasolinas, aceites, anticongelantes, refrigerantes, líquidos de frenos, pinturas, solventes y disolventes, entre otros.
La Secretaría de Medioambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), en el documento Regulación de los residuos peligrosos en México, considera un residuo a aquel “material o producto cuyo propietario o poseedor desecha y que se encuentra en estado sólido o semisólido, o es un líquido o gas contenido en recipientes o depósitos, y que puede ser susceptible de ser valorizado o requiere sujetarse a tratamiento o disposición final conforme a lo dispuesto en la ley y demás ordenamientos que de ella deriven”.
De acuerdo con la dependencia, los desechos se consideran peligrosos cuando tienen características de “corrosividad, reactividad, explosividad, toxicidad, inflamabilidad, o que contengan agentes infecciosos que les confieran peligrosidad, así como envases, recipientes, embalajes y suelos que hayan sido contaminados cuando se transfieran a otro sitio, de conformidad con lo que se establece en esta ley”.
Falta de cultura
Pese a que hace algunos años la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente de México (PROFEPA) y la SEMARNAT implementaron un programa de capacitación dirigido a talleres mecánicos, para mostrarles la forma correcta de separar y disponer los desechos (desde los aceites hasta los trapos o estopas que se contaminan con estos productos), la falta de interés de los mecánicos y los cambios de gobierno impidieron continuar con el programa.
Lo anterior trajo consigo que no se pudiera avanzar en una cultura de reciclaje, manejo y cuidado de los residuos que generan estos centros de trabajo.
“No hay cultura del reciclaje, los mecánicos se resisten a hacer una correcta disposición aún cuando esto tiene un costo ambiental. A la mayoría no les importa tirar las estopas o los envases de anticongelante o aceites que van a parar a los ríos o lagos”, explicó Luis Fernando Rivera, ex trabajador de SEMARNAT, que participó en este programa.
En entrevista con Alianza Automotriz recordó que este proyecto se implementó en varios estados, entre ellos la Ciudad de México, Chihuahua y San Luis Potosí, con resultados poco alentadores, pues los talleres pequeños no se mostraron muy interesados, sin embargo, hubo otros –muy pocos- que atendieron y hasta la fecha hacen una correcta disposición de sus desechos.
“Les explicamos que no llevar a cabo estas medidas les ocasionaría una sanción, pues el desconocimiento de la ley no exime de la misma. Si un vecino denuncia a un taller ante la PROFEPA, por ejemplo, el organismo puede levantar una multa de hasta 70 mil pesos. Hay que recordar que las sanciones ambientales son las más caras”, explicó.
No obstante, a pesar del esfuerzo, actualmente sólo el 5% de los negocios llevan a cabo esta disposición de residuos peligrosos, la mayoría son talleres de concesionarias o empresas grandes.
A dónde van los desechos
La recolección de los desechos de los talleres mecánicos no es compleja, pero sí requiere de una coordinación y una logística muy específica, detalló un trabajador de la empresa Bio- Tramex, compañía certificada, dedicada a la recolección y disposición final de residuos peligrosos.
Explicó que el acopio inicia con la llamada del cliente y la preparación de la unidad autorizada por la Secretaría de Comunicaciones y Transporte (SCT) y SEMARNAT, donde el conductor cuenta con licencia tipo E para el manejo de materiales peligrosos, así como seguros ambientales.
“Una vez que se recogen los desperdicios se entrega un manifiesto de recolección y destrucción del material peligroso, este documento cuenta con sellos oficiales”, comentó.
Para la disposición final se separan los residuos y se meten a la cámara de incineración, misma que cuenta con dos espacios en la primera se “queman” los sólidos a una temperatura que no eleve los 120° C y en la segunda eliminan los gases contaminantes para evitar su propagación a la atmósfera.
Actualmente Bio-Tramex es una de las empresas más reconocidas e innovadoras en el manejo de desechos peligrosos, la cual cuenta con un incinerador de residuos de primer mundo mismo que le valió el reconocimiento de la Organización de la Naciones Unidas (ONU) como el mejor del Continente Americano.