La década de los 90 pasó rápido, la industria automotriz cambió sin detenerse. Los técnicos, ingenieros, y administradores, asumieron la metamorfosis del sector y se incorporaron a la globalización sin mayor preámbulo. Hoy, los primeros cuatro años del Siglo XXI, son apenas el comienzo de lo que habremos de ver en el futuro: nuevas tecnologías, creativas formas de hacer negocios, mejores herramientas de trabajo, innovadores sistemas de producción, e incluso, un reacomodo de los mercados a nivel internacional.
Los industriales, fabricantes de autopartes o ensambladores de autos, camiones o autobuses, incorporan en sus procesos de producción, sofisticados sistemas robotizados con la finalidad de mejorar la calidad de sus productos, pero al mismo tiempo de abaratar sus costos, pues no debemos olvidar que, para poder competir, hoy por hoy, es necesario revisar constantemente los costos de operación, los cuales se han convertido en uno de los principales enemigos (o aliados) de la empresa moderna.
Para el mundo contemporáneo el tema de los energéticos y la ecología adquiere importancia. En la medida en que se consuman los recursos no renovables y los países demanden cantidades mayores para su consumo interno, en esa medida se irán incrementando los precios, como el caso del petróleo que por cierto, ha llegado a rebasar la barrera de los 50 dólares.
La industria automotriz mundial está cambiando rápidamente. Los grandes se están haciendo pequeños y los pequeños están creciendo, gracias a sus modernas estrategias de mercado. Las fronteras se abren para recibir las decenas de marcas y cientos de modelos fabricados al otro lado del planeta. El comercio internacional es el pan nuestro de cada día.
Las grandes firmas fabricantes de autopartes, establecidas en los últimos rincones del globo terráqueo siguen realizando operaciones financieras para fusionarse y quedar sólo unas cuantas, controlando los mercados de autopartes entre países.
Y para darse cuenta que verdaderamente el mundo está cambiando sólo hay que levantar la mirada para ver cómo atraviesa los cielos de Toulouse, Francia, la aeronave más grande jamás vista, el Airbus A380, alarde de tecnología destinada a transportar a más de 550 pasajeros, a una velocidad promedio de despegue de 220 kilómetros por hora y con un peso máximo de 560 toneladas. Su costo es de 280 millones de dólares.
Y al mismo tiempo que esto sucede en Europa los cuerpos policíacos de Chile, Ecuador y Nicaragua enfrentan a una población enardecida por el aumento en los precios del transporte, derivado éste por el incremento en las gasolinas. En Nicaragua el aumento del pasaje fue solamente 15 centavos.
En nuestro país se viven momentos difíciles en términos políticos. El próximo año es de elecciones. Las máquinas de la política empiezan a calentarse. Y a pesar de los peligros, los mexicanos tenemos confianza en que las cosas salgan lo mejor posible por el bien de nuestra patria, sin embargo, debemos estar atentos a los acontecimientos para que nuestras decisiones sean las más acertadas. Sólo el tiempo nos dirá cuál será el rumbo que habrá de tomar este barco. El mundo avanza ¿y México?