Los salones del automóvil de por sí se encontraban en una curva descendente. El Salón de Frankfurt terminó por cambiar de cede, y varios ajustes y cambios se estaban dando antes de que el mundo se enfrentara a la pandemia de COVID-19.
Poco a poco comenzaron a caer los que quedaban: primero fue el Salón de Ginebra, ya que se prohibieron aglomeraciones y se cancelaron un sinnúmero de viajes internacionales, se cerraron fronteras y se redujeron accesos por motivos recreativos.
Apenas en estos días, el Auto Show de Detroit anunció su cancelación y dio paso para utilizar el inmueble como hospital provisional para atender casos de coronavirus en Michigan, donde algunas armadoras también se encuentran fabricando material hospitalario.
Ya no cayó de peso, pero no deja de ser importante, la cancelación del Salón de París. Lo curioso en este caso es que no cayó por restricción de las autoridades o algo por el estilo, sino que la economía actual de todo el mundo ha bajado mucho las expectativas y ha cimbrado una incertidumbre necesaria para “dar de baja” este evento.
Los organizadores hablaron de estudiar alternativas, sin embargo, no quedará mucho más que organizar una serie de prestaciones en línea por medio de streaming, algo que han ido realizando las armadoras tras la caída de los salones y la contingencia por coronavirus.