En el Salón del Automóvil de París del 2000, regresaba al mundo el histórico MINI con los modelos ONE y Cooper, que aunque con una herencia británica, esta vez volvía bajo el brazo de la alemana BMW Group.
Aunque cabe resaltar que los planes para el desarrollo de esta segunda generación del MINI inició en 1994 con detalle de estilo como los voladizos cortos, los faros redondos y la parrilla del radiador hexagonal, una de las principales prioridades de los diseñadores fue transferir la idea fundamental de los años iniciales del MINI clásico a la era moderna.
“El MINI moderno también necesitaba ser único, ofrecer espacio para cuatro personas y su equipaje, proporcionar una experiencia de viaje eficiente y generar entusiasmo con características de conducción no alcanzadas por ningún otro modelo de su clase”, señala BMW en el aniversario de la marca.
Lanzada esta vez como una marca premium, en sus primeros días a la venta ya se tenían 20 mil unidades reservadas en el mundo.
El primer modelo de la segunda generación fue llamado Sunny y tenía un motor de 115 hp un eje delantero MacPherson con ejes de la misma longitud, el eje trasero multibrazo único en este segmento, frenos de disco en las cuatro ruedas y el sistema antibloqueo de serie que incluye control de frenado en curvas y distribución electrónica de la fuerza de frenado.
Como una forma de hacerlo aún más exclusivo, el auto tenía asientos y tapicería, molduras interiores y volantes en muchas versiones, versiones, junto con opciones de equipamiento moderno como control de clima automático, asientos con calefacción, techo corredizo panorámico y navegación.
Para el 2003 se lanzó la versión convertible, tres años después veía la luz el MINI Clubman, la versión Coupé, el Roadster y más tarde llegó la SUV con el Countryman.
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